jueves, 17 de septiembre de 2009

Mi pueblito personal

El sentido de pertenencia que desarrollé hacia mi facultad me sorprende a mí misma. La quiero. Aún teniendo en cuenta lo absurdo y ridículo que eso suena no puedo evitar sentirme así. Tanto aprecio le tengo que no me doy cuenta de lo feo que está ese edificio; no veo las paredes descascaradas, miro sin mirar los baños con los caños rotos o sin puertas. Siento el frío por la falta de estufas o el calor cuando en noviembre urgen los ventiladores, pero no me afecta, no logro que eso me impida tenerle tanto cariño a ese lugar. Ese edificio venido a menos representa, para mí, demasiadas cosas que significan mucho más que los desperfectos técnicos y la falta de mantenimiento.
Cruzar esa puerta me cambió. Ya no soy la misma que circulaba por Corrientes apurada sin ver, siquiera, el obelisco que se elevaba en toda su extensión adelante mío. Ya no soy la que miraba la tele solo por tener ese ruido acompañándome, ya no soy la que leía por leer, ni la que miraba la realidad desde afuera. Ya no soy esa que se callaba en las discusiones familiares por no poder argumentar su opinión.
Los años ahí adentro hicieron de ese espacio mi lugar. Bajo ese techo me siento más local que en mi casa. Cómoda, segura, distinta. En sociales vivo una realidad paralela. Se percibe una calidez humana que no se encuentra comúnmente en otros ámbitos públicos, una confianza que me permite de dejar mi mochila en una silla e irme sin temer perder mis pertenencias. Conozco –aunque sea de cara- a la mayoría de los que circulan y, en esos pasillos, se potencian en gran medida las probabilidades de que me cruce con alguien -sea conocido o no tanto- y me quede charlando o debatiendo sobre algún tema de actualidad (personal o pública). Es, a mis ojos, un pueblo ubicado en el medio de la Capital Federal, es el pueblo en el que siempre quise vivir.
En ese edificio destartalado situado en la intersección de las calles Franklin y Ramos Mejía se respira, definitivamente, otro aire. Un microclima politizado, abierto al debate constante, en donde nada es lo que parece, en donde a todo se le encuentra algún hueco para abrir interesantes discusiones. Burguesía, capitalismo, dicotomía, dialéctica, Frankfurt, aura; todas palabras que se presentan frecuentemente en las conversaciones de los habitantes de esta mini-ciudad. Entre mate y mate, con un vaso de café en la mano, sentados en el piso, durante las clases o mientras recibimos una notable cantidad de boletines con la última información de lo realizado por el centro de estudiantes, nosotros hablamos, como cualquier adolescente, como cualquier persona; pero no podemos evitar las influencias académicas, nos retroalimentamos, nos inyectamos autores mutuamente y terminamos hablando de la noche del sábado con términos Piercianos, del partido del domingo con conceptos Adornianos o de la película del miércoles bajo una mirada Marxista.
Amo que pase eso, adoro las discusiones que generamos. Me encanta cómo los profesores hacen un esfuerzo sobrehumano para que podamos pensar la realidad actual desde distintas perspectivas, que me hagan ser parte de los que no quieren ser parte. Me hace bien que me puteen y me caguen a pedos cuando no razono, cuando no estudio, cuando no polemizo.
Me encanta que me hayan cambiado así, que hayan puesto en marcha mis neuronas y que me hayan abierto los ojos.
Ahora, después de leer todo lo que escribí (de lo que no se si estaba completamente conciente antes de ponerlo en palabras) entiendo mucho mejor mis sentimientos hacia esas paredes despintadas, hacia esas aulas frías y hacia esos baños rotos. Ahora sí comprendo por qué es que esas imperfecciones edilicias no afectan ni van a afectar jamás mis sentimientos hacia la institución y la gente que la compone.



lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Burlando al capitalismo?


Si llegan a viajar a la China van a encontrar, entre muchas otras cosas, innovadores espacios gastronómicos tales como Bucksstar coffee, Pizza Huh o Mc. Mcdnoald's.
Como las películas de Michael Moore o Los Simpsons, estos tres originales restaurantes se suman a las extrañamente comunes burlas capitalistas al capitalismo...



... ¿Quién sigue sosteniendo que el sistema no es contradictorio?



jueves, 10 de septiembre de 2009

Estoy bien, te saqué de mi cabeza y estoy bien. No lo esperaba, no pensé que se iba a dar en ese momento, tan de repente, y que, encima, iba a durar. Menos esperaba este cambio, este cambio para mejor, saber que ya no quiero nada de lo que tenía, nada de lo que quería antes, cuando te quería a vos. No necesito más eso que no me dabas, no tengo más ganas de esperar lo que no me vas a dar. Incluso si supiera que me lo vas a dar, ya no lo quiero, ya no. Me cansé de los jueguitos adolescentes, basta de vueltas y boludeces, es momento de crecer.


Punto aparte.


No puedo estar tan enamorada de esa hermosura radiofónica. Los amores platónicos nunca me faltaron, pero este, definitivamente, no lo esperaba.