martes, 27 de abril de 2010

Y ahora qué?

El sábado renové lazos con Primero, y quién sabe? quizás también renovemos algo más, no?

Hoy me avisaron que quedé seleccionada en un trabajo perfecto para mi.

Qué más puedo pedir? Los planetas se alinearon para mí esta vez, y estoy muy feliz.

sábado, 17 de abril de 2010

Aventurera frustrada

Una chica llena de ganas de aventuras, esa soy yo. Una cobarde también, sí, también muy cobarde soy. Una que muere por viajar, por vivir en otros lados, por conocer gente distinta. Una que se va a otro país, conoce a un chico, establece una buena relación y, aunque le gusta, a los pocos días decide que no vale la pena intentar nada porque sería una historia sin futuro, porque viven en distintos países, hablan distintos idiomas... Una que hace tres años quiere hacer un Travell and Living y nunca supera el paso de las averiguaciones por internet. Una que se autroboicotea cada plan. Una que, pareciera, en realidad no quiere alterar su status quo, porque quiere seguir igual, aunque esté permamentemente ausente pensando en lo que no tiene, en lo que le gustaría tener y en lo que le falta para conseguir aquello que quiere. Y no se da cuenta de que pierde oportunidades todo el tiempo, que está dejando pasar demasiados trenes. La que se dio cuenta de que va a tener que reaccionar o dejar de soñar, porque los sueños sin coraje se desnutren y se mueren. Esa soy yo, si, y me acabo de dar cuenta.

lunes, 5 de abril de 2010

Golpe de suerte

Ricky me dio un par de consejos, me prestó su celular para verificar que mi número todavía seguía funcionando y llamó al dueño del boliche para decirle que cuando fuera al bar al día siguiente, si encontraba un celular, ese teléfono tenía dueña y lo iba a ir a buscar.
En ese momento, solo un poco más relajada y sin ya mucho que hacer, decidí que era momento de volver a casa. Pero nada es tan simple. Como hacía mucho frío, era muy tarde y habíamos gastado nuestras últimas monedas en el colectivo del cual nos bajamos por mi capricho, tuvimos que tomarnos un remís que pagué con mis últimos 20$ (la falta de trabajo me está matando).
En el camino de vuelta a casa mi prima me contó que, casualmente, el dueño del boliche era el chongo de una amiga de una amiga de ella, y que, además, era el mejor amigo de un amigo de esa amiga de ella, por lo tanto, iba a hablar con esta chica para que le comentara que el teléfono perdido era de una conocida (como para asegurarnos de que le pusiera onda a la búsqueda). Todo se conjugaba para que yo recupere mi celular, todo siempre y cuando nadie me lo hubiera robado o mientras no llegaran al boliche, antes que el dueño, los empleados de limpieza (que, según me dijeron, acostumbran quedarse con todo lo que encuentran).
Estuve todo el día contandole mi problema a todo el mundo solamente para que me dijeran que no me preocupara, que seguro iba a aparecer. El tiempo en el que no estaba hablando sobre el asunto estaba llamando a mi celular para ver si todavía seguía vivo. Pero ni eso ni la cantidad incontrable de mate y galletitas que injirí hacían que el tiempo pasara más rápido. A las 11.30 de la noche, hora en la que me habían sitado, llegué al bar, con unos nervios incontrolables y una ansiedad inconmensurable. Vi a Ricky en la puerta y él, al reconocerme, le preguntó al dueño por mi situación:
Ricky: Ella es la chica del celular, el que te dije ayer, ¿te acordás?
Chico del bar: Ah, si... pero no... ¡Mentira! Y entró pidiéndome que lo acompañe mientras mi corazón volvía a latir después de haberse parado por un segundo.
Chico del bar: ¡No sabés lo que me costo encontrarlo!, estaba caido atrás del sillón, sentía un piip, piip que me estaba volviendo loco y no lo veía.
Noe: GRACIAAAS! GRACIAAS! MILLONES DE GRACIAS

Y me fui, feliz de la vida, con mi celular apretado entre las manos y mandándole mensajes con la buena nueva a todo aquel que me había bancado la histeria durante el día.

Cosas que pasan

Este viernes santo que acabamos de pasar tuve un cumpleaños en el cual me reí mucho, bailé un poco, tomé casi nada de alcohol, bastante frío y me volví a reir.
Después de cenar en la casa del cumpleañero y pasar un largo rato en una plaza de la zona fuimos a un bar/boliche con la intención de terminar la noche moviéndonos al ritmo del reggaeton, la cumbia y todo tipo de ritmos latinos. Pero no pudo ser. Después de estar un buen rato sentados en los silloncitos esperando por la música logramos bailar, aunque 20' más tarde tuvimos que volvernos a sentar y finalmente retirarnos para ver cómo los dos buenos hombres de municipalidad clausuraban el lugar (todavía no sé por qué).
Tras corroborar que el homenajeado no se agarrara a piñas con el dueño del bar (la conjunción de enojo, efusividad y alcohol no es siempre la más adecuada) me dirijí hacia la parada del colectivo. A los pocos minutos (increiblemente) ya estaba arriba del mismo charlando alegremente con mi prima y ahí fue cuando necesite usar mi celular.
Abrí la cartera y revisé el bolsillo en donde lo guardo siempre, no estaba. Revisé los otros compartimientos, tampoco. Empezó mi desesperación. "¡El celular, el celular!, ¡perdí el celular!" gritaba mientras mi prima me calmaba y buscaba ella misma en mi cartera. "Llamalos a los chicos que capaz todavía están ahí, que les digan que se me debe haber caído de la cartera". Jesi, con el celular en la oreja, se dispuso a llamar pero no pudo, saldo insuficiente. "Bueno, ahora cuando llegamos a casa los llamo", me intentó consolar. "¡No!", dije decidida, y nos bajamos.
Caminé (casi corrí) las que en ese momento me parecieron infinitas cuadras, tan rápido que le saqué a Jesi una cuadra de ventaja, estaba aterrada porque no creía que quedara nadie, a esa altura, en el pub.
Dos cuadras antes de llegar vi, en la parada del colectivo, al guardia de seguridad de dicho local nocturno. Jamás presto atención a estos señores porque en general me caen bastante mal, pero este se parecía a Ricardo Fort, razón por la que había llamado mi atención la media hora que esperé, parada en la puerta, que me dejaran entrar al boliche. En fin, la cosa es que reconocí al falso Ricky y fui corriendo, casi sin aire y sin una mínima idea de qué era o por qué estaba haciendo lo que hacía, a contarle que creía que me había olvidado el celular en el bar.


Se me hizo largo, así que mañana les cuento como siguió la historia...