Bueno, la cosa es así. Él era muy pendejo, yo era muy pendeja. Me faltaban demasiados golpes como para saber qué era lo que tenía que hacer. No es que ahora, después de varios trompazos de la realidad, la tenga muy clara, sabemos que uno nunca termina de recibir las piñas suficientes, pero algo más de experiencia adquirí en estos años como para saber que tuve poco tacto.
Básicamente lo que pasó fue que, después de vernos solo un par de veces “face to face” (y nunca solos, obvio), yo no podía creer como mi camino al casamiento y a la familia con dos hijos y tres perros todavía no había iniciado. Por eso decidí meter manos en el asunto. No hace falta aclarar que me salió como el culo. Maquiné de más, me hice la novela, actué en consecuencia y no pude entender cómo él no participó del mismo culebrón. (Él tampoco estuvo muy bien de todos modos, pero eso no viene al caso).
Después de ese momento llegó el bajón. Con la misma facilidad con la que había construido un castillo de naipes lo tiré al carajo. El otrora Príncipe Azul era un inepto, idiota y muchísimos adjetivos negativos más. Fue un duelo largo, durante el proceso lo crucé un par de veces, y todas ellas fueron raras, bastante bizarras. Finalmente, 5° año, con todo lo que ello implica y sobre todo Bariloche, fueron mi puerta de salida. De salida de él, pero de entrada a mí, a la que soy ahora. Mi personalidad comenzó a gestarse.
Sumé kilómetros de calle, de caminatas, de viajes en colectivo, en micro, en avión; horas de charlas, de terapia.; litros de alcohol; noches; experiencias, muchas nuevas experiencias, muchas estampidas contra la pared; nueva gente, nuevos amigos, nuevos compañeros, nuevos hombres. Sumé una facultad, una carrera, construí una forma de pensar, una forma de ser. Cambié, mucho cambié.
Nunca corté contacto con Primero, seguimos hablando de vez en cuando durante todos estos años. De hecho, después de los primeros meses de odio, ese tiempo que siempre existe cada vez que termino una relación, ese en el que necesito odiar para que el olvido se me haga menos difícil, Primero volvió a caerme bien, bastante bien, pero nunca había creído en la posibilidad de volver a verlo con los mismos ojos con que lo miraba durante aquellos años, nunca hasta hace un par de semanas…
Básicamente lo que pasó fue que, después de vernos solo un par de veces “face to face” (y nunca solos, obvio), yo no podía creer como mi camino al casamiento y a la familia con dos hijos y tres perros todavía no había iniciado. Por eso decidí meter manos en el asunto. No hace falta aclarar que me salió como el culo. Maquiné de más, me hice la novela, actué en consecuencia y no pude entender cómo él no participó del mismo culebrón. (Él tampoco estuvo muy bien de todos modos, pero eso no viene al caso).
Después de ese momento llegó el bajón. Con la misma facilidad con la que había construido un castillo de naipes lo tiré al carajo. El otrora Príncipe Azul era un inepto, idiota y muchísimos adjetivos negativos más. Fue un duelo largo, durante el proceso lo crucé un par de veces, y todas ellas fueron raras, bastante bizarras. Finalmente, 5° año, con todo lo que ello implica y sobre todo Bariloche, fueron mi puerta de salida. De salida de él, pero de entrada a mí, a la que soy ahora. Mi personalidad comenzó a gestarse.
Sumé kilómetros de calle, de caminatas, de viajes en colectivo, en micro, en avión; horas de charlas, de terapia.; litros de alcohol; noches; experiencias, muchas nuevas experiencias, muchas estampidas contra la pared; nueva gente, nuevos amigos, nuevos compañeros, nuevos hombres. Sumé una facultad, una carrera, construí una forma de pensar, una forma de ser. Cambié, mucho cambié.
Nunca corté contacto con Primero, seguimos hablando de vez en cuando durante todos estos años. De hecho, después de los primeros meses de odio, ese tiempo que siempre existe cada vez que termino una relación, ese en el que necesito odiar para que el olvido se me haga menos difícil, Primero volvió a caerme bien, bastante bien, pero nunca había creído en la posibilidad de volver a verlo con los mismos ojos con que lo miraba durante aquellos años, nunca hasta hace un par de semanas…