jueves, 23 de abril de 2009

Me agarró la mano. Todavía siento cosquillitas cuando recuerdo el momento en que se entrecruzaron nuestros dedos. Sin embargo en ese instante no pude activar mis sensaciones, mantuve apagadas mis emociones, me salí de mí y, como siempre, valoricé más a los “otros”. Lo solté. Ni siquiera registré el momento en que lo hice, pero lo dejé ir, aunque haya seguido al lado mío. Era un augurio de lo que iba a pasar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esas cosquillas del recuerdo y la nostalgia, las odio cuando ya sé el desenlace de las cosas, cuando recuerdo que después de las cosquillas vino el llanto y el abandono.
Como las mariposas ¬¬

Un beso, y buen comienzo de semana!

Anónimo dijo...

muy bueno e interesante. sigue?

Jota dijo...

y qué pasó?