lunes, 13 de septiembre de 2010

Si esto no es una sitcom barata, no sé qué lo es

El viernes lo iba a ver, no sólo en la radio, como cada viernes, finalmente iba a festejar su cumpleaños tomando algo con amigos en la casa de uno de nuestros compañeros.
¿Y si iba ella? ¿Con qué me pintaba la sonrisa para pilotearla toda la noche? Yo que justo había decidido hablar con él. Aunque, por otro lado, capaz me venía bien la reunión, porque si ella no iba, íbamos a volver solos, ¿qué mejor momento para hablar?

Mejor no planeo más nada, que pase lo que tenga que pasar, me dije. Y así fue.

A lo largo del programa pensé que quizás fuera mejor no cambiar las cosas, que tal vez fuera mejor dejarlo que siga con su vida, seguir yo con la mía. Si al fin y al cabo hasta ahora habíamos sido amigos y había estado todo genial, ¿por qué cambiar las cosas?
Con eso en mente comenzó el festejo. Volvimos al trato de siempre, a los chistes, a las cargadas. Y así, en medio de ese clima y de mi esfuerzo por volver a la amistad, un comentario que me desestabilizó. Lo dejé pasar y seguí.
Me fui a sentar al sillón, en el que también estaba sentado Único, hablamos un ratito, me fui al baño y, cuando salí del baño lo encontré esperándome en la puerta. Me metió en el baño, me calló con un gesto y me dio un beso. Después de chapármelo me fui en silencio, y cuando volví al living encontré a Buenamigo contándole a un amigo cómo conoció a la novia.
Asco, mejor me voy al balcón.

(mañana sigo)

1 comentario:

DanielayeléN dijo...

tuve un lapso de falla de memoria y digo "quien concha era único" hasta que grité de emoción.
Que deje de hablar de la corneta.
te adoro friend